lunes, 6 de diciembre de 2021

Los fantasmas que fuimos [Relato]


 


Tal vez fue el olor a higos.

Aquella vez yo venía caminando por la calle que lleva a la estación de trenes, cuando el olor de los higos de una casa me atrapó en la vereda, y me llevó a recuerdos que ya había olvidado que tenía. Que cosa esa, la de olvidar recuerdos. El punto es que me trasladaron a un lugar especifico. El patio de la casa de mis padres. Todo de tierra. Los árboles de mora e higos. Creo que también había un ciruelo. Si cerraba los ojos en ese momento, casi podía oír la ingente cantidad de pajaritos que poblaban esos arboles, siendo insultados copiosamente por el loro que mi madre mantenía en la jaula. Supongo que tenía razones para, al menos, tenerles un poco de bronca y envidia.

Pero la vida no me detuvo en esa vereda, en esa calle, y seguí mi camino hacia mi casa. En el trayecto, recodé a Pepe en mayor detalle. Era todo un señor loro, de color verde oscuro en el lomo y las alas y verde claro debajo, en su "pancita". Recuerdo que un día se hartó de su destino y, aprovechando un descuido de mi madre, se fue con una bandada de loros que de pura casualidad estaban viajando por nuestro barrio. Nunca volvimos a verlo y me alegré de todo corazón de ello. Nadie entendía más sus anhelos de libertad que yo.

Tarde mucho más tiempo que Pepe en irme de la casa. Mucho, mucho más. Pero lo logré. Nunca regresé ni había pensado en hacerlo, hasta que el perfume de esos higos me trajo a mis viejos fantasmas. Y decidí volver a visitar aquella casa, en la que nunca fui feliz.

Así que, cuando mis pasos llegaron a mi actual hogar aquella tarde, simplemente seguí caminando. No tuve ni que pensarlo. Mi mente y mi cuerpo estaban conspirando juntos en cerrar ese ciclo, que había quedado abierto como el final de una novela.

Las calles de asfalto se terminaron y seguí caminando sobre las de tierra. Una gota pequeña me dio justo en medio de la cabeza, así que la giré hacia el cielo, que había estado gris toda la mañana y ahora por fin parecía tener ganas de desahogarse. Me parecía el clima adecuado. Abrí mi paraguas verde y seguí adelante, escuchando las gotas golpear la tela, y sintiendo el olor de la tierra que se iba humedeciendo. Había olvidado cuanto me gustaba. En el centro de la ciudad, donde vivo, no hay "olor a lluvia".

Una duda me asaltó en el camino y me he hizo clavar las uñas en el mango del paraguas: ¿y si la casa no seguía en pie? Hacía años que los viejos se habían muerto, casi una década. Que yo supiera, tampoco ninguno de mis hermanos había vuelto. Nadie que le diera mantenimiento a una casa de cincuenta años y tenes un derrumbe casi asegurado. O tal vez alguno volvió y se hizo cargo de la propiedad y ahora tiene otro aspecto. ¿Y si ahora son solo un montoncitos de departamentos en alquiler? ¿De que me despido? ¿Estará la higuera? Sentí un nudo en la garganta, que me incomodaba más que el agua en mis zapatillas. Parpadeé rápido y traté de convencerme de que tenía los ojos húmedos e irritados por la lluvia y no por las lágrimas. "Si alguno de mis hermanos tocó algo, lo mato", me dije. Jamás les tocaría un pelo, por supuesto, pero necesitaba conjurar insultos para liberar mis emociones.

Con que hubieran dejado el porche intacto, me conformaba. Nunca tuvo cerámicas, sino que era simplemente cemento. Ideal para dibujar rayuelas en las que mi hermana Claudia y yo viajábamos de la "tierra" al "cielo" unas cincuenta veces al día. También me hubiese gustado que este en pie el galpón de herramientas, donde mi hermanito Juan se fingía almacenero, y hacíamos cola par comprarle paquetes vacíos de alimentos, rellenos de pasto y tierra.

Me sentía como una loca. Las lágrimas caían sin preguntarme, mientras me cara sostenía una sonrisa enorme que no podía disimular. El llanto me agitaba un poco pero no me importaba. Cuando me dí cuenta, solo estaba a una cuadra. Terminé el trayecto corriendo. Ahí estaba. Ahora era como una casa embrujada. Para mí lo estaba. Podía ver mis fantasmas en cada rincón, asomándose por las ventanas, bailando en el patio, bajo los árboles. Esos fantasmas eran mis hermanos y yo, cuando eramos niños. Esos fantasmas eran mis padres, mis abuelos, y todos mis amigos de la infancia.

Los fantasmas no son necesariamente entes malignos, por supuesto. Hay fantasmas divertidos y buenos, como en las películas. En esa casa,había de los
dos tipos. Sin embargo, no cargué a la casa con toda la responsabilidad. Yo misma era una casa embrujada. Una persona hechizada, más bien, por todo el dolor y tantos recuerdos. Miré a la casa como quien mira a alguien a los ojos, y en ese momento, nos liberé a las dos. Esa tarde, bajo la lluvia, deje ir todo el dolor y di la bienvenida a los buenos viejos recuerdos que había rechazado. Y me fui.


Este es uno de los textos que escribí para la V edición del Mundial de Escritura

Publicado posteriormente en mi perfil de Letrarium.com

Foto: Pixabay

12 comentarios:

  1. Están muy bien expresados los sentimientos y su evolución a lo largo del paseo. La sensación de libertad y de sentirse apresada a la vez. El loro wue se libero hace mucho y ella, que no se libero hasta esa tarde, aunque hiciera mucho wue había abandonado la casa.
    Te has mucho de rogar para publicar por aquí eh?😜
    Espero que te vaya bien con el programa de radio
    Saludoss

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    1. Hola Gabiliante! Gracias por tu visita!
      Me demore un poco en retomar el blog, es verdad. Lo tenía un poco abandonado pero ya estoy de vuelta.
      Me alegra haberme expresado bien!

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  2. Libertad en tus letra cada una en diferente tiempo pero conseguido al fin y al cabo. Un abrazo y me alegro de tu regreso.

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  3. Es un texto excelente y directo, Ayelén. Un gozo pasear la vista por estas letras de grata sobriedad ,calidad y sencillez estilística. Muy agradecido también por tu vista a mi blog.
    Te dejo un abrazo.

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    1. Muchas gracias Teo!
      Me halagan mucho tus palabras, y gracias por visitar mi blog. Un abrazo para vos!

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  4. Un texto muy bien expresado que fue un placer leer. Saludos a la distancia.

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  5. No sé si hay fantasmas.
    Pero que algo extraño hay sí lo sé.
    No sé si llamarlos fantasmas, espíritus o algo por inventar.
    Lo he vivido.

    Besos.

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  6. nO CREO EN ESO PERO ME FASCINA COMO ESCRIBES

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    1. Tampoco creo en los fantasmas, por eso les di otro significado jaja
      Gracias!

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