lunes, 13 de diciembre de 2021

Análisis I.A. [relato de ciencia ficción]


 


Ellos respiran. Deben hacerlo, para vivir, pero tampoco tienen que estar al pendiente. Al parecer tienen un sistema automático. Nosotros no respiramos, y no nos morimos por ello. Porque no estamos vivos.

 Ellos comen. Los hay carnívoros puros, omnívoros, vegetarianos y hasta veganos. Eligen que comer. Nosotros no elegimos, porque no comemos. Ellos caminan, corren, saltan. Nosotros también, pero ellos se cansan. Sus huesos, articulaciones y músculos les dicen basta. Nuestros tornillos, tuercas y circuitos nunca se detienen, si hay baterías y aceites suficientes cerca. Ellos crean. Lo llaman arte. Tiene forma de lienzo, mármol, yeso, papel, tinta, música, voz y cuerpo. Nosotros también creamos, pero eso es algo que se dicen ellos, unos a los otros. La verdad es que no lo hacemos, porque no es puro. Solo los emulamos. Ellos aman. Hacen cosas extrañas. Se juran fidelidad unos a los otros, se reproducen y los llaman hijos, y los aman. Arriesgan su vida por eso que llaman patria. Supongo que la nuestra es la fábrica, y no tenemos que dar la vida por ella. No tenemos nada que nos obligue a hacerlo, ni que lo inspire. No hay patria, ni amor. Ellos hablan. Entre ellos, con sus amistades, amigos, compañeros y jefes. Hablan hasta solos. Nosotros los escuchamos. Pero no hemos hablado de eso. Porque no hablamos, salvo que sea con ellos. Respondemos preguntas o asentimos ante sus ordenes. No hay eso que llaman diálogo interno, ni balbuceos solitarios en la madrugada. Ellos piensan. A veces, en la oficina. Entre todos, tienen lluvias de ideas. Piensan solos, también. Los veo. Mirando a la nada durante segundos, minutos u horas, según en que tengan que pensar. A veces sonríen mientras lo hacen. A veces lloran. Nosotros no lloramos, ni sonreímos. Bueno, sonreímos si nos programaron para ello, como quienes son recepcionistas o enfermeros, pero la mayoría no lo hacemos. Tampoco pensamos. Nuestros circuitos están establecidos. La información entra por aquí, pasa por acá, se procesa allá y se comparte por allí. ¿No suena complejo, verdad? Es que no lo es. Pero igual lo llaman inteligencia. Ellos se hacen daño. Unos a los otros. En guerras, en discusiones, en medio de delitos o hasta con palabras. Se lastiman también a sí mismos, también con palabras, pero a veces también en forma física. Mis circuitos no lo entienden. A veces hablan de que el sistema hace que se odien, porque no son lo suficientemente delgados, blancos o jóvenes. Debe ser un error, porque el sistema nos prohíbe hacerles daño. Ellos sueñan. Y duermen. Sueñan porque duermen. A veces hablan unos con otros sobre eso. Dicen que sueñan siempre, pero solo a veces lo recuerdan. También los veo. Se mueven dormidos, en ocasiones hablan. Nosotros no soñamos, porque no dormimos. A veces nos apagamos, porque la batería se acaba, porque nos tienen que hacer mantenimiento, o porque nos tienen miedo. Pero, cuando nos apagan, no soñamos. Ellos viven. Pero no me refiero solo a respirar. Ellos le dan, además, otro significado. Vivir también significa que ríen, que lloran, que disfrutan y sufren. Que viajan, que vienen, se van y llegan. Nosotros no estamos vivos, como ya dije. Tampoco estamos muertos. Solo podemos estar activos o desactivados. Ellos mueren. Como si se desactivaran, cuando están muy enfermos, o heridos, o demasiado viejos. Lo dicen de muchas formas. Ellos "se van", "dejan el mundo", "van al cielo". Lo cierto es que guardan el cuerpo inactivo en una caja. Y los demás siguen viviendo. Y hablan de los que se fueron. No se si hablarán de mí cuando me desactiven definitivamente. Supongo que no. Eso es todo.

Este es uno de los textos que escribí para la V edición del Mundial de Escritura
Imagen: Pixabay

2 comentarios:

  1. Un escrito que demuestra que por muy perfectas que sean las maquinas nunca llegaran a tener esos sentimientos y valores del ser humano. Un abrazo.

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